19 de abril de 2024

El cajón de Lady Pepa

Travel, Fashion, Beauty, Culture, Lifestyle… by María José Rasero

Sevilla para nacer, Sevilla, para bailar, Sevilla, para cantar, Sevilla, para rezar, Sevilla para soñar: El barroco

Sevilla ofrece una amalgama de posibilidades a la hora de plantearnos una visita turística porque lo tiene todo, incluso el Guadalquivir. Y como escribió Gabriel Hurtado Díaz “Sevilla es para nacer” o visitarla y descubrir el extraordinario patrimonio histórico, cultural y artístico que dejó el barroco en la provincia. No te puedes perder hacer un itinerario por estas cinco ciudades: Sevilla, Utrera, Osuna, Ecija y Umbrete porque las obras artísticas que descubrirás te dejarán extasiado por su belleza.

 

Sevilla, ciudad barroca 

Sevilla es pura luz. La luz que reflejan sus casas encaladas; la luz de ese sol que no deja de brillar y que te hace sentir su calidez; la luz que desprende la alegría de sus gentes; la luz que reflejan sus retablos dorados en cada una de sus iglesias y conventos dedicados a los santos que desprenden tal fulgor que traspasa el alma. El arte sacro sevillano es más que unas tallas realizadas por los hombres, es la manifestación de Dios a través del arte barroco. No hay un resquicio en cada uno de sus retablos que no te haga pensar que hay que aprender para hacer algo parecido, preguntarte cómo las manos de una persona han podido plasmar tanta belleza, hay que verlo para sentirlo y sentirlo para admirar ese resplandor que emanan los tesoros del arte barroco andaluz. 

Cada uno de sus conventos, iglesias y palacios guardan muchas historias que contar llenas de superación, esplendor y decadencia que podemos intentar descubrir haciendo un recorrido por las joyas del barroco sevillano.

Sevilla es una amalgama de estilos y posibilidades a la hora de plantearnos una ruta turística por la provincia porque lo tiene todo: unos paisajes increíbles, campos de olivos con sus aceituneros altivos que nos regresan a Machado, un firmamento repleto de estrellas que nos invitan a mirar su cielo y descubrir las constelaciones. No en vano es uno de los Destinos Turísticos Starlight de Europa con una rica gastronomía, origen de los mejores ejemplares de raza equina y reses bravas reflejo de ese poderío andaluz y esa fuerza que emana el carácter de su gente. El caballo y el toro tienen mucho de la personalidad de los andaluces o quizás al revés, fuerza, empuje, nobleza, valentía y esas ganas de tirar “palante” ante cualquier circunstancia se reflejan en las vibraciones del ambiente. 

Sevilla fue la más rica, la más poblada y la más cosmopolita del Imperio Hispanicus  cuando Carlos I de España y V de Alemania  fue el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, un reinado que se alargó desde el año 1516 hasta 1558  y que fue conocido como “el imperio donde nunca se ponía el sol”.

La corriente barroca empezó en Italia como respuesta a la reforma religiosa iniciada por Martín Lutero que dividió a la cristiandad. De esta manera se originó la Contrarreforma, un movimiento religioso cultural y político destinado a reavivar las devociones y combatir el avance protestante. En España se instauró la Inquisición una poderosa corriente represiva auspiciada por Felipe II con la intención de reprimir tanto la disidencia política como la religiosa.

Este cisma originó un cambio social denominado barroco que se extendió a ideas, pensamientos, literatura, arquitectura y cultura donde la iglesia utilizó ese estilo artístico como instrumento político  y religioso  a través de la exageración ornamental y la ostentación. Para ello utilizó lujosos materiales y una gran monumentalidad en sus obras para impresionar a los fieles.

La Sevilla del siglo XVII estuvo llena de contrastes fascinantes. Fue cuna de grandes artistas como Velázquez, Martínez Montañés, Alonso Cano, Mesa y Pedro Roldán y donde encarcelaron a Miguel de Cervantes. También fue puerto desde donde partían los aventureros que embarcaban a las Indias para llegar cargados de oro y plata. Y, por otro lado, fue donde apareció el fantasma de la peste. Aquella Sevilla de entonces pasó del esplendor a la decadencia y de la grandeza al ocaso. Es en ese ambiente donde surgen las mejores obras del barroco sevillano que se extendió hasta finales del siglo XVIII, un gran ciclo cultural y artístico de casi dos siglos donde se reunió un patrimonio imposible de igualar en Europa. En definitiva, un siglo dividido entre la luz y la sombra del que tardaría siglos en recuperarse.

Con estas premisas llegamos a la estación de Santa Justa de Sevilla dispuestos a hacer un itinerario por algunas de las joyas barrocas de la provincia. Hay infinidad de posibilidades para empezar el recorrido, pero la mejor idea es centrarse en el barrio de la Macarena, uno de los más populares y poblados de Sevilla. Es casi un pueblo en el corazón de la capital, su centro histórico, lleno de vida y tradición cuyo nombre no proviene de la dolorosa virgen venerada en la Basílica de la Macarena, sino porque el nombre del barrio podría venir de ‘Macaria, la hija de Hércules’. 

Este barrio está ligado a sus numerosos monumentos religiosos como el Hospital de las Cinco Llagas  -actual sede del Parlamento de Andalucía-, la sede de la Hermandad de la Esperanza Macarena declarado Basílica Menor -el primer templo sevillano con esta dignidad-, la Iglesia de Santa Marina, la de San Marcos, la puerta de la Macarena -uno de los accesos de los tres que queda de la antigua muralla de Sevilla- y la Puerta de Córdoba.

No hay que olvidar el conjunto monumental de San Luis de los Franceses, uno de los mayores exponentes que mejor se conservan del arte barroco sevillano. Está compuesto por la Iglesia y el antiguo noviciado construidos y diseñados entre los años 1699 y 1730 por el arquitecto Leonardo de Figueroa por encargo de la Compañía de Jesús. Los terrenos los cedió Luisa de Medina con la condición de que fuera enterrada allí y que fuera dedicada a su santo patronímico San Luis.

La planta de la iglesia tiene forma de cruz griega y una cúpula soportada por 16 columnas construida de manera que los rayos del sol inundan el interior en todas las estaciones, principalmente en primavera. Está profusamente decorada con diferentes retablos, en su mayoría de Domingo Martínez, llenos de espejos convexos cuya finalidad es reflejar la luz y distribuirla por diferentes puntos del templo. El propósito de la decoración de la iglesia es mostrar de manera lo más visual posible las dos partes de las que se componen la Biblia y el Antiguo y Nuevo Testamento. También hay ornamentos relacionados con el templo de Salomón, como un candelabro de siete brazos y diferentes esculturas que representan a diversos santos. La cripta está situada debajo de la iglesia y constituye sus cimientos.

La Capilla Doméstica de uso exclusivo de los noviciados y padres que habitaban el conjunto está construida en 1712. Fue realizada por el arquitecto Leonardo de Figueroa. Presenta una única nave y sus dimensiones son más reducidas ya que se utilizaba como iglesia privada a la que no tenían acceso los fieles. Está cubierta con una bóveda de cañón con una rica ornamentación que incluye numerosas pinturas, columnillas de madera tallada, medallones de yeso policromado y un espectacular retablo realizado por el Duque Cornejo. Para esta capilla Velázquez pintó su cuadro de la Epifanía. 

En las cornucopias se ven numerosos girasoles en alusión a la orientación de la luz. El conjunto es un compendio de inigualables obras de arte que apabullan los sentidos mires hacia donde mires en el interior de esta iglesia, da la impresión de que se te va a aparecer Dios… ¡Pero cuidado!, podría ser porque alrededor de este monumento han ocurrido sucesos paranormales para los que aún no se han encontrado respuesta, como el que vivieron varios trabajadores al sentir corrientes de aire y presencias extrañas en el interior. Podría ser porque sus muros han acogido durante sus 300 años de historia un convento, un noviciado, un hospicio y en su cripta se encontraron multitud de cadáveres.

Barrio de la Macarena iglesias barrocas y catedrales gastronómicas

El barrio de la Macarena no solo nos invita a visitar sus joyas arquitectónicas, sino también a descubrir la comida típica sevillana en sus bares de tapas y sus restaurantes considerados casi como catedrales gastronómicas que les convierten en lugar de devoción de los paladares más exigentes. En la capital andaluza el problema es elegir, pero nos decidimos por el encanto de una antigua bodega llamada Placentines (su nombre lo dice todo), ubicada cerca de la catedral  en el casco histórico. Excelentes tapas de temporada, espléndidos platos principales y vinos con un servicio magnífico en un entorno cálido y amable

UTRERA

Merece la pena desplazarse a unos 30 kilómetros de Sevilla para descubrir uno de los pueblos más bonitos de la zona, Utrera. Situado en plena campiña sevillana y las bellísimas marismas del bajo Guadalquivir, está rodeado de vides y olivares y posee una fuerte tradición agrícola y ganadera. 

Puede presumir de ser la cuna del flamenco más puro tras haber parido los mejores cantaores de España (Enrique Montoya, Bernarda y Fernanda de Utrera, etc.) y de ser el epicentro del toro de lidia ya que el 95% de las ganaderías españolas tienen su origen en Utrera. También es destacable la cría equina ya que sus yeguadas son el origen de los mejores sementales de pura raza españoles. Seguramente en uno de ellos cabalgaba por sus montes el bandolero Diego Corrientes, convertido en leyenda porque robaba a los ricos para repartirlo entre los pobres. Una versión cañí de Robin Hood. 

“¡Detente aquí, viajero!”. Una sugerencia de los Hermanos Quintero en uno de sus poemas que hay que “obedecer” porque Utrera está plagada de rincones con historia. Un paseo por sus calles encaladas nos descubre numerosas muestras de arquitectura gótica y barroca que podemos admirar en las fachadas de sus palacios, iglesias, molinos aceiteros, conventos… 

Iglesias 

Posee un rico patrimonio de arte sacro. Entre los ejemplos más notables destacan el templo de Nuestra Señora de los Dolores, de planta circular que custodia valiosísimas pinturas del siglo XVI como óleos de Francisco Pacheco y esculturas dieciochescas sobre un impresionante retablo mayor y la iglesia de San Francisco ‘El Nuevo’ atesora la asombrosa pintura mural del Apoteosis de la compañía de Jesús. Mención aparte merece el templo de Santiago el Mayor, sede de la Hermandad de los Gitanos, el más antiguo de la ciudad, de estilo gótico puro donde se veneran y reciben culto varios santos, entre ellos, el Cristo de la Buena Muerte. Este tuvo como camareras a las históricas cantaoras flamencas Fernanda y Bernarda de Utrera, que llevaron el flamenco por el mundo.

Conventos

Imprescindibles son el convento de Nuestra Señora de la Consolación de estilo barroco clasicista, que, fundado en el siglo XVI, alberga la imagen de la Virgen de Consolación, patrona de Utrera. La Virgen, muy venerada, es conocida como “la del barquito en la mano” por un perfumador en forma de barco “la Nao de Oro” regalo del indiano Rodrigo de Salinas en 1579 y que luce en determinadas ocasiones.

Palacios

La ciudad puede estar orgullosa de su riqueza monumental. Todo su centro histórico está catalogado desde 2002 como Bien de Interés Cultural en calidad de conjunto histórico-artístico como consecuencia de la bonanza económica vivida durante el reinado de Felipe II. 

La ciudad fue la primera población del reino de Sevilla. Esa época está reflejada en sus palacios, como el del Conde Vistahermosa, que más tarde pasó a ser propiedad del mecenas Enrique de la Cuadra, que amplió con salas románticas e historicistas que evocan lugares remotos del planeta. Como filántropo mejoró la infraestructura urbanística y cultural de la ciudad y sufragó la construcción del Teatro de Utrera. En la actualidad el palacio lo ocupa la Casa Consistorial.

La que fue Casa Palacio de los marqueses de Tous, del siglo XVIII -aún conserva restos del siglo XVI- la ocupa actualmente la Casa de Cultura de Utrera. La vivienda marcó un hito en la historia del cine español porque fue el escenario de una de las primeras películas de cine mudo que se rodaron en España como ‘La medalla del torero’ (1924). Se distribuye en torno a tres patios, dos de ellos de estilo barroco y un tercero que posee una interesantísima galería interior con arcos enmarcados en alfiz. También es de enorme interés la Casa de Arias de Saavedra, con 32 habitaciones de finales del siglo XVIII.

Castillo

Construido sobre una antigua torre árabe que ocupa un cerro natural, se alza el Castillo o Alcazaba de Utrera, del que se tiene constancia desde 1264. Conserva la Torre del Homenaje y la plaza de Armas, parcialmente reconstruidos que se utilizan para actividades culturales, entre ellas, como auditorio de verano.

Plaza Altozano, Museo del Mostachón

El centro neurálgico de la ciudad lo preside la rectangular e inmensa Plaza del Altozano repleta de bares y comercios, un espacio que puede considerarse el principal lugar de reunión para la población. Un encantador lugar rodeado de edificaciones aparentemente homogéneas de tres plantas representativas de los siglos XVII y XVIII, bordeado de arbolados y bancos ocupados por utreranos que dan la impresión de contemplar el devenir del tiempo en un lugar que parece anclado en su pasado. 

Un pretérito de lo más dulce porque mires desde el ángulo que mires, los ojos terminan posándose en el local que ocupa el Museo del Mostachón de Diego Vázquez. La historia de un dulce convertido en “rey” de la pastelería utrerana que a través de cinco generaciones corre pareja a la historia de la ciudad. La receta del mostachón, regalo de las monjas Clarisas al tatarabuelo de Diego, José Romero Espejo,  se basa en harina, huevos, azúcar, canela y miel pegados en un trozo  de papel de estraza. Los mostachones han contribuido a dar a conocer la localidad de Utrera a través de su venta en los trenes del nudo ferroviario que atravesaba la ciudad en el pasado.

Fundación benéfica

En pleno casco antiguo se encuentra una de las fundaciones benéficas más antiguas de España denominada el Antiguo Hospital de la Resurrección de Jesucristo con unos 5.400 metros cuadrados. Consiste en un grupo de construcciones en las que destaca la capilla de la Santa Resurrección del siglo XVII. En la actualidad también se realizan frecuentes actividades culturales y de preservación del propio patrimonio.

 

Callejón del Niño Perdido

El duende que recorre sus calles se deja sentir con más energía en el barrio de la Judería al que se accede a través del Callejón del Niño Perdido. Es conocido con este nombre porque una de las antiguas sinagogas la ocupaba un hospicio donde dejaban a los niños abandonados o expósitos. Se trata de un barrio de calles angostas que acogió a colonias judías y familias gitanas que ha tenido y tiene entre sus vecinos a cantaores flamencos. Décadas más tarde a esta zona se la reconocería como uno de los puntos de ocio y gastronomía más emblemáticos de la ciudad. 

Campanas

El repicar y volteo de campanas ha formado parte del lenguaje de los pueblos de España, una tradición que lamentablemente está desapareciendo. En Utrera, esta costumbre ancestral con más de seis siglos de antigüedad regresó reconvertida en ‘deporte de riesgo’ gracias a los saltos realizados por los campaneros para ayudar al tañer de las campanas en los que en cada uno de ellos les mantienen por unos instantes en el vacío. Una tradición rescatada en la década de los setenta a manos de un grupo de jóvenes que querían conservar esta práctica que desde el pasado diciembre es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Todo un logro que hará que las campanas sigan hablando desde los cielos de Utrera en celebraciones especiales.

Artesanía

Utrera también es ciudad de milagros. La Virgen se encargó de mantener encendida durante tres días la lámpara de un humilde ermitaño sin necesidad de aceite. Y para luz, la que desprende  el  ‘Taller de Bordados en Oro y Plata’ de Inmaculada García-Rayo Guerrero, una bordadora de ejecución perfecta que realiza ajuares para santos de forma altruista para su hermandad. Sus bordados son de tal excelencia que emocionan, sus manos parecen guiadas por la divinidad para que sigan confeccionando esas piezas que al vestirlas convierten a Dios en el más elegante del paraíso.

Estatuas de cantaores y Festivales de flamenco

En sus plazas exhiben su poderío estatuas orgullosas de representar a los más relevantes cantaores que ha parido la ciudad. El frío bronce en el que están realizadas se derrite con la pasión gitana y el flamenco como modo de vida. Desde su pedestal disfrutan cada verano de los descubrimientos de ‘Potaje Gitano’, el festival flamenco más antiguo del mundo fundado en 1956 por la Hermandad de los Gitanos que Junto con el Mostachón y Tacón Flamenco acercan este arte milenario a las nuevas generaciones, convertidos en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarado por la Unesco. No hay que perderse al cantaor Antonio Montoya y a guitarrista Juan de Clemente, que están bien vivitos, y en cada una de sus actuaciones derrochan pasión y arte y cuelgan el “Sold out” en idioma “extranjero o “Agotado” en utrerano.

De la gastronomía del potaje gitano a la cocina de fusión

Utrera también sorprende con su gran variedad gastronómica. Hay cocina moderna, clásica, menús, tapas, cordero, guisos de legumbres, el célebre potaje gitano, la sopa de tomate y elloco (particular variante del filete ruso). Entre todos los restaurantes para mí resalta uno en especial, el Besana Tapas, situado en los primeros puestos de los mejores restaurantes de Utrera. Se trata de una casa de la antigua judería que nos invita a degustar una innovadora fusión entre la más alta cocina con la tapa andaluza tradicional. Platos exquisitos en un ambiente relajado y cálido que nos induce a repetir la experiencia por la atención personalizada y profesional de sus dueños.

Dónde dormir

En Utrera se duerme poco. Entre las tapitas, el flamenco, los mostachones, las relaciones místicas que se establecen entre los santos… Pero se duerme. Aunque hay hospedajes para todos los bolsillos, los pasos nos conducen hacia la Casa Palacio de San Fernando de Utrera del siglo XVIII. ¿Por qué? Porque esta antigua casa reformada, con un precioso patio y terraza panorámica, situado en el corazón del casco histórico de la ciudad, reúne todos los requisitos necesarios para relajarnos. A la belleza del edificio se une la comodidad, calidez y  elegancia de sus habitaciones, un trato personalizado, un servicio excelente y la amabilidad e inevitable sonrisa por parte del personal. Sin duda, reúne todos los ingredientes para hacer que nuestra estancia en Utrera sea inolvidable y nos invita a regresar para celebrar momentos especiales.

OSUNA

Atravesando la campiña sevillana llena de campos de cultivos, rebaños, arboladas, encinas, alcornoques y olivos centenarios nos acercamos a la señorial Osuna, uno de los municipios que posee uno de los conjuntos histórico artísticos mejor conservados de España. Según la Unesco, esta localidad posee el honor de tener en la calle de San Pedro la mayor cantidad de casas señoriales y palacios del mundo, además de ser la más bella de Europa. 

Que el director italiano Franco Zeffirelli la eligiera como escenario de la película biográfica de su amiga María Callas habla del magnetismo que desprenden sus calles. Provoca que los visitantes no puedan sustraerse a su luz y embrujo andaluz, como también sucedió con el escritor americano Washington Irving, que la visitó en multitud de ocasiones. 

Su histórica plaza de toros también pasará a la historia del audiovisual al rodarse una de las impresionantes escenas del noveno capítulo de la premiada Juego de tronos en la que los toros desaparecieron del ruedo para que lucharan los dragones. Cuando finalizó el rodaje se montó un museo sobre los días que pusieron a esta pequeña gran ciudad en el mapa internacional que elevó el orgullo de sus habitantes.

Si el cine es fantasía, en Osuna se palpa la realidad en forma de arte. Nuestra mirada permanece clavada en sus fachadas y casi sin darnos cuenta nuestros pasos nos dirigen a su Plaza Mayor, escenario en el pasado y el presente de eventos culturales y sociales, además de epicentro de la vida de los ursaonenses. Dirigiéndonos a la parte alta de la localidad desde la que contemplamos preciosas vistas, emerge ante nosotros uno de los edificios más emblemáticos de la población que ocupa la Universidad, un edificio del siglo XVI de estilo renacentista mandado construir por Don Juan Téllez-Girón, IV Conde de Ureña. En la actualidad, la mayor parte ha sido transformada en aulas. Se conserva la Capilla con motivos platerescos, la Sala de la Gloria cubierta con pinturas murales realizadas en la segunda mitad del siglo XVI y un patio central de planta cuadrada con alzado de dos pisos porticados en sus cuatro frentes.

Frente a la Universidad se alza el edificio que alberga un conjunto compuesto por la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción y el Sepulcro de los Duques, auténticas joyas del Siglo de Oro obra de dos grandes arquitectos, Diego de Riaño y Martín de Gainza. Extasiados ante la sobriedad cromática y arquitectónica de la Parroquia y las panorámicas que se vislumbran de la ciudad desde el centro del montículo donde se alzan los edificios, accedemos al interior por la puerta del Sol que nos conduce casi directamente a pisar uno de los patios más importantes del Renacimiento español, el del Santo Sepulcro o de los Duques de Osuna, de estilo plateresco que nos envuelve en su atmósfera intimista.

De ahí nos dirigimos a un pasillo rodeado de obras de arte en la que destaca la capilla de la Virgen de la Granada; a la derecha, unos cuantos escalones nos conducen al Panteón Ducal, un espacio de estilo plateresco de una riqueza artística y perfección indescriptible que hace que se apodere de nosotros el Síndrome de Stendhal. Este pequeño reducto apabullante lo eligieron los duques de Osuna para ser enterrados. De forma rectangular, alberga tres naves con gran profusión de obras de arte con bóvedas decoradas con casetones realizados en yeso, al igual que los frisos, arcos y púlpitos. En el presbiterio figura un pequeño retablo de un solo cuerpo con columnas cuyo fuste está cubierto con grutescos que enmarca un relieve del Entierro de Cristo fechado sobre 1550. En un nivel inferior se encuentran los nichos de la familia ducal distribuidos en varias salas con inscripciones y símbolos sobre la muerte.

Para acceder a la capilla de la Inmaculada Concepción hay que traspasar una gran verja de hierro que separa las naves. En ella se presenta un impresionante retablo de madera en cuya parte superior pueden verse dos grandes osos de pie, símbolo de la ciudad de Osuna, que toma su nombre del vocablo latino de este animal. Están rodeados de esculturas como la del Cristo de la Misericordia de Juan de Mesa realizada en 1622. En esta capilla se abre otra puerta que nos conduce a la antigua sacristía, hoy Museo de arte Sacro, que expone cuadros de José Rivera ‘El españolito’ pintados por orden del duque de Osuna. En este interesante museo podemos admirar esculturas como la de San Francisco de Asís, atribuida a Juan Martínez Montañés, varias piezas de orfebrería, libros antiguos y vestimentas litúrgicas.

A pocos metros de la Colegiata, cuando aún no nos hemos recuperado del impacto visual y emocional que nos ha causado tanta obra de arte junta, nos dirigimos al Convento de la Encarnación -Museo de Arte Sacro (siglo XVII)- en el que se puede contemplar un precioso patio y unas originales escaleras de zócalos y azulejos sevillanos del siglo XVIII, así como pinturas de Francisco Meneses.  En su interior podemos visitar la iglesia con un retablo mayor de estilo barroco. En el museo hay diferentes piezas de orfebrería religiosa, libros, cálices, figuras de santos, vestimentas litúrgicas, además de una preciosa colección de figuras del Niño Jesús y sus vestimentas de diferentes épocas repartidas en diferentes estancias.

ÉCIJA

A Écija, ciudad monumental de calles empedradas, paredes blancas y con una importante herencia histórica, la llaman la Sartén de Andalucía -por el calor que hace en verano-. la Ciudad del Sol o la Ciudad de las Torres. Su skyline nos permite ver cómo sobresalen por encima de los tejados las 11 torres parroquiales y conventuales -pura reinterpretación de la Giralda- repartidas a lo largo de su casco histórico que nos hablan de su importante patrimonio arquitectónico. Écija es puro barroco. Tiene el reconocimiento de Conjunto-Histórico Artístico desde los años sesenta. 

 

Situada a unos 85 kilómetros de Sevilla, su treintena de palacios, sus casas señoriales, sus conventos y sus iglesias nos cuentan su fascinante historia por la que han dejado su rastro pueblos tan variopintos como tartessos, visigodos, romanos y árabes.

La vida cotidiana de los ecijanos se desarrolla en la Plaza de España, más conocida como el Salón, ya que es el punto de encuentro habitual entre sus habitantes. El lugar alberga algunos edificios con balconadas que en el pasado fueron miradores -véase Peñaflor, Benamejí- desde donde la nobleza veía los actos públicos. No hay que perder de vista el edificio del ayuntamiento porque en su interior destacan importantes restos arqueológicos romanos descubiertos mientras se remodelaba el edificio.

Iglesias

Además de sus torres, en Écija destacan sus parroquias como la Limpia Concepción de Nuestra Señora (Los Descalzos) joya del barroco ecijano considerada uno de los edificios más importantes de la provincia de Sevilla, conserva una valiosa colección de bienes muebles como el retablo mayor, la colección de pequeños retablos de capillas, el órgano, la carpintería mudéjar, las celosías de madera o el ajuar litúrgico.

Después hay que destacar la iglesia de Santo Domingo de tipo gótico-mudéjar, la de Santa María por tener una importante colección museográfica de Arte Sacro, la de San Juan con sus interesantes restos de la primitiva iglesia que acoge a la Hermandad de San Juan y la Iglesia del Carmen, un antiguo convento de la orden de las Carmelitas Descalzas.

Palacios

Entre tantas obras de arte arquitectónicas no se pueden dejar de lado los espectaculares palacios y casas señoriales como el de los Marqueses de Benamejí, una de las obras más notables del barroco civil andaluz que actualmente alberga el Museo Histórico Municipal de la ciudad. Allí se puede realizar un recorrido por las distintas civilizaciones que ocuparon Écija. Sin duda, la pieza más emblemática del museo es ‘La amazona herida’, esculpida en la época romana, tallada en un solo bloque de mármol, con una gran calidad escultórica y prácticamente en perfecto estado de conservación. Además, podemos ver un magnífico conjunto de mosaicos romanos, etc.

También hay que destacar el Palacio de Peñaflor, todo un referente del estilo barroco de Écija reconocido por la belleza de su fachada decorada con pinturas al fresco, por su gran balconada de 59 metros y un impresionante mirador sobre la ciudad; la Casa Palacio de Santaella que posee una monumental cúpula con yeserías policromadas y ornamentación floral y la Casa Palacio de Palma, donde diferentes estancias conservan los muebles originales. 

Gastronomía

Écija, también es única en gastronomía. La comida es excelente en cualquiera de sus restaurantes, pero si estáis de visita turística es aconsejable  comer en el Restaurante gastrobar Las Ninfas (955 89 74 85), localizado en el Palacio de Benamejí. El local alberga el Museo Histórico donde podréis disfrutar de un almuerzo o cena digno de un rey o una reina en un ambiente único. La carta ofrece platos y tapas típicos ecijanos, cocina mediterránea con toques de innovación y tapas gourmet para compartir.

UMBRETE

La ruta del barroco sevillana nos acerca hasta Umbrete, una pequeña población agrícola e industrial en la comarca del Aljarafe rodeada de viñedos y olivos situada a unos 15 kilómetros de la ciudad de Híspalis. 

Además de sus casas pintadas de blanco cal y amarillo albero, color representativo de la zona, llama la atención su casco histórico donde se  halla un impresionante conjunto monumental del siglo XVIII  formado por el Palacio Arzobispal y la iglesia de  Nuestra Señora de la Consolación, patrona del municipio y uno de los mejores exponentes  del barroco. De una majestuosidad impresionante muchos la llaman la Catedral del Aljarafe.

En el interior destacan una gran cantidad de obras pictóricas con lienzos de Domingo Martínez, un conjunto de retablos en madera dorada de Felipe Fernández del Castillo datadas entre 1733 y 1740 y un gran retablo mayor del escultor Pedro Duque Cornejo.  Además, la iglesia está comunicada mediante un Arco al Palacio Arzobispal, otra obra impresionante del barroco concebido como lugar de descanso para los prelados de la diócesis hispalense.

Además de por su patrimonio artístico, el municipio de Umbrete es conocido cómo capital del mosto y de las aceitunas finas. La oferta turística de la provincia engloba rutas por empresas que trabajan de manera artesanal. Son casi 160 iniciativas de turismo industrial repartidas en más de 60 poblaciones apoyadas por Prodetur. Es interesantísimo descubrir como se elaboran los polvorones, el jamón o los embutidos, el pan, las cervezas Cruzcampo, o disfrutar del oleoturismo en una de las muchas encantadoras haciendas aceituneras, entre muchas actividades más. Todo un compendio de oficios y conocimientos a cuál más interesante que ayudan a la promoción de la zona para convertirla en foco de atracción del viajero.

La gastronomía es otro de los aspectos más interesantes de Umbrete por su variedad, lo que la convierte en un lugar de peregrinación de todos los aficionados a la buena cocina popular. En la población existen gran cantidad de restaurantes y locales donde degustar unos exquisitos platos de arroz caldoso con terreras, tortilla de espárragos trigueros, espinacas, garbanzos, caldereta o, simplemente, “tapear”. Por supuesto no hay que olvidarse de los dulces como los riquísimos y populares pestiños.

Pero sin ninguna duda, las Bodegas Salado -fundada por Rafael Salado en 1810- parecen marcar el ritmo industrial de la población. Es una de las empresas más representativas de la zona con 200 años de tradición elaborando el mejor mosto de Sevilla y diferentes caldos, entre ellos, el espumoso.

La sexta generación de la familia Salado son los artífices de la Fiesta del Mosto originada a partir de una iniciativa familiar que consistió en invitar durante todo un día a una copa de vino a los vecinos del pueblo para promocionar sus producto. Este hecho se convirtió en costumbre, la costumbre en tradición y esa tradición va por la XXXIII edición reconvertida en la Fiesta del Mosto y de la Aceituna Fina del Aljarafe. Se trata de uno de los festejos más populares de la provincia que atrae a miles de personas y  da visibilidad a una gran variedad de productos del entorno donde sigue teniendo un imprescindible protagonismo Bodegas Salado y Aceitunas Escamilla, otra de las empresas tradicionales de Umbrete dedicadas a la producción, aderezo y envasado de olivas, una celebración que cuenta con el apoyo del consistorio.

Las centenarias Bodegas Salado ofrecen numerosas rutas turísticas relacionadas con el enoturismo. Pero antes deberíamos empezar por visitar el Centro de Interpretación del Mosto, un espacio museístico instalado en una antigua bodega de la familia Salado donde se enseña la elaboración de esta especie de zumo de uva. Se puede llevar a cabo un recorrido por las instalaciones, visitar sus viñedos, participar en una cata de vinos y, como no, comprar sus productos in situ. Fotos: Turismo SevillaMaría José Rasero

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