A veinticuatro horas de concluir los Juegos Olímpicos de París 2024, no está demás hacer un recorrido por algunas curiosidades de lo que fue y ha sido, esta competición deportiva.
Los juegos de París 2024, no empezaron bien, porque al sabotaje ferroviario que padeció Francia, que dejó a 800 pasajeros varados, siguió la lluvia que deslució en parte una ceremonia que pretendía ser original, ya que se llevó a cabo en las inmediaciones del río Sena y la Torre Eiffel.
Por primera vez en la historia, las competiciones no han tenido lugar en un estadio, sino que han utilizado grandes monumentos que han acogido las pruebas, diseminadas no sólo por la capital, sino por toda la región de Île-de-France, ¡y más allá! Tahití, Marsella, Lille y muchas otras ciudades francesas que han albergado sedes olímpicas.
Aunque por lo que pasará a la “historia” es por uno de los espectáculos que formaron parte de la apertura: Unos “drag queens” representaron ‘La Última Cena’ de Jesucristo y sus Apóstoles y consiguieron el repudio mundial, tanto de la Iglesia Católica como de otras religiones, por lo que fue considerado una burla al cristianismo. El Vaticano tardó un poco en reaccionar, pero es que con tanto “colgado” suelto el Papa no sabe ni por dónde empezar, tiene que tomarse su tiempo para contestar porque ya casi no le quedan argumentos con tantas polémicas relacionadas con la iglesia, y además, hay que respetar el tiempo divino.
Con Mahoma mejor no meterse, porque saben cómo se las gastan los musulmanes (acuérdense del atentado que sufrieron en la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo por publicar caricaturas del Profeta), con los budistas, para qué, son pacifistas lo habrían atribuido al karma, y el resto de religiones no son tan llamativas ni tienen tanto seguidores, así que a por los católicos que llamaría más la atención, y es lo que les mola.
Aunque existieron las disculpas por parte de la organización reiterando la falta de intencionalidad, nadie cree que no fueran conscientes de la controversia que se desataría, pero que les sirvió como propaganda del colectivo LGBTIQ. Algunas empresas sorprendidas retiraron sus anuncios comerciales de los juegos.
Pero…
Cuando el francés Pierre Fredy, barón de Coubertin, tuvo la idea de emular al mismísimo Zeus (dicen que creó el torneo después de haber vencido a Crono), instituyendo los Juegos Olímpicos de la era moderna, (en 1894 en la Universidad de la Sorbona en París) con la intención de universalizar el deporte bajo el lema de: “más rápido, más alto, más fuerte”, no podía imaginar que el evento deportivo más importante del mundo serviría de cobertura para albergar un sinfín de intereses y curiosidades ajenas a la competición deportiva.
Seguramente, no pensaría que Philip Noel Baker, medalla de plata en los 1.500 metros, años más tarde ganaría el premio Nobel de la Paz o que John Kelly, remero estadounidense, se convertiría en el padre de Grace, la futura princesa de Mónaco.
Tampoco que el jovencísimo Johnny Weismüller, uno de los mejores nadadores del mundo, ganador de cinco medallas de oro olímpicas, sería el sexto actor en encarnar el personaje de Tarzán en doce películas, y que su mejor amiga sería una mona llamada Chita. Y, menos, que un dictador como Adolf Hitler los iba a utilizar para propagar la ideología nazi. O que Cassius Clay (luego, Muhammad Alí), un boxeador de tan sólo 18 años, iba a ganar la medalla de oro en la categoría semipesados y después de que le prohibieran el ingreso a un restaurante de blancos, arrojaría su medalla al río.
Que los Juegos serian utilizados por algunos atletas para reivindicar los derechos de los negros en Estados Unidos bajo el lema de “black power” (“poder negro”) o que una niña gimnasta de 14 años Nadia Comaneci conseguiría el primer 10 de la historia en barras asimétricas y que luego recibiría esa nota seis veces más con las que consiguió tres medallas de oro, una de plata y una de bronce, que la convirtieron en un hito de su deporte.
Lo peor sucedió en los Juegos de Munich del 72 signados por el ataque terrorista. Cuando ocho islámicos de origen palestino que integraban un grupo denominado “Septiembre negro” irrumpió en la Villa Olímpica, matando a dos atletas israelies y reteniendo a otros nueve como rehenes. El resultado es que terminan muriendo 15 personas entre rehenes, secuestradores y policías. Otro atentado también se dio en los JJOO de 1996 cuando estalló una bomba en el Parque Olímpico del Centenario, matando a dos personas y otras 111 resultaron heridas.
Pero también han sido los juegos de grandes figuras deportivas como la de los atletas Harold Abrahams, de origen judío y Eric Liddell, cristiano devoto- una historia de amistad rivalidad que dio lugar a la oscarizada película “Carros de fuego” o el impresionante Carl Lewis especialista en velocidad y salto apodado “El hijo del viento “ participó en cuatro Juegos Olímpicos y ganó 10 medallas 9 de ellas de oro.
Otro grande fue Mark Spitz, que hasta que se retiró de la natación con 22 años (solo había participado en dos juegos) había ganado 11 medallas 9 de ellas de oro o Michael Phel, con 28 medallas olímpicas 20 de oro, superando a la gimnasta ucraniana Larisa Latynina con 18 medallas olímpicas.
Pero al final lo que cuenta es el esfuerzo de un grupo de hombres y mujeres que llevan años entrenándose para ganar medallas, ellos son los auténticos héroes, unos deportistas de élite de los que deberíamos aprender ,que nada es imposible, sino fruto de la voluntad y el trabajo.
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