27 de abril de 2024

El cajón de Lady Pepa

Travel, Fashion, Beauty, Culture, Lifestyle… by María José Rasero

Ana Obregón un no parar para vivir

Ana Obregón nunca pasará desapercibida, porque ella siempre ha sido una persona luminosa, y ser luminosa no es algo que puedas comprar o que un cirujano plástico te pueda implantar. No, eso es algo con lo que se nace, así que ese brillo, suele tener que ver con personas sensibles, personas emocionales que se mueven por la vida al son de sus sentimientos, porque si hay algo que no se le puede negar a Ana Obregón es que es una mujer extrovertida y simpática, que cae bien a la mayoría de la gente, y además tengo la impresión de que es buena persona.

Por un sinfín de circunstancias siempre está de actualidad,  pero es que  ella no tiene problemas en compartir con el mundo sus emociones y decisiones, y si es a golpe de talonario algo que muchos critican, hace muy bien porque puede… Ya nos gustaría a más de uno que nos soltaran una pasta por explicar nuestra vida.

Es una mujer muy querida que ha despertado muchas envidias, porque parecía tenerlo todo, dinero, belleza, trabajo, aunque para algunos (más convencionales) le faltaba una pareja estable, un “fallo” eso de no haber  triunfado también en el amor, como si esa tesitura  no tuviera que ver con el destino, pero Ana se mostraba feliz porque tenía a alguien por quien luchar, a quien querer, con quien compartir, a quien admirar: Su hijo.

Y, lo que son las cosas, el destino se lo ha arrebatado a causa de un cáncer, una de las enfermedades más terribles que existen para el enfermo y para su familia, porque la agonía puede ser larga y pasas por todo tipo de estados anímicos. Vives una montaña rusa de emociones aferrándote a los vaivenes de la enfermedad sin perder la esperanza, ni en los peores momentos, de que tu ser querido va a salir de ese pozo. El desgaste emocional es durísimo porque la mayoría de las veces el desenlace es letal, (mi padre falleció de la misma enfermedad).

Seguramente solo las personas que lo hayan vivido de cerca se pueden poner en la piel de Obregón y entender sus declaraciones y aclaraciones. Difícil para algunos, pero comprensible para la mayoría, porque el tiempo discurre de una manera muy lenta en los corazones de las personas que han pasado por ese trance, y en ese estado de desesperanza se cometen muchas tonterías.

Y, quizás para algunos, ya debería hacer su vida “normal”… Pero qué vida normal, después de un golpe como ese nada es igual. Ana Obregón mantiene tan vivo el recuerdo de su hijo que pudiera parecer que no se ha ido por dolor, puede que también por “egoísmo” pero un egoísmo que tiene que ver con el amor, desdichadamente. Así que aunque se puedan cuestionar sus controvertidas decisiones, (cosa que nadie debería) como el nacimiento de su hija-nieta, Ana Sandra, la publicación del libro “Chico de las Musarañas”, el “lío” de la Fundación, (donde hay que incluir a los malintencionados que dan a entender todo tipo de maldades), es fácil sentir que utiliza la fórmula desesperada de un no parar para vivir.

A mi me produce mucha ternura, da la impresión, que con cada una de sus decisiones esté pidiendo auxilio, porque debe de sentir tal vacío que le impide ser o aproximarse al ser humano que fue. Pero hay personas que adoptan una actitud de valientes ante los retos de la vida aunque en el fondo de su corazón estén destruidas.

Son sentimientos difíciles de expresar, debido a que es como un nudo que se agarra a lo más profundo de tu ser y hace que estés permanentemente enfadada con el mundo, con Dios, con el universo, por lo que consideras la mayor de las injusticias.

Esa emoción te impide hacer introspección y ponerte delante del espejo para decirte a ti misma “la vida sigue y aunque voy a recordarte siempre descansemos en paz, ambos”,  es muy, muy difícil. Es ese soltar y desapegarnos, aceptar el cambio en nuestra vida, eso que aconsejan los psicólogos y que se supone que es de personas maduras emocionalmente.

Pero cada uno vive los dramas que la vida les depara de una manera desigual lo correcto, en este caso, sería que dejáramos a Anita con sus cosas, sin cuestionarla.  Y, ya que es un personaje que no deja indiferente a nadie, mandémosle entre todos las mejores energías para que viva dichosa muchos años y pueda cuidar y disfrutar de su nietecita. Yo creo, que si ella ha querido hacerlo así, pues está bien, si eso le aporta momentos de paz… Porque tener dinero no da la felicidad.

Alessandro Lecquio parece que no coincide con Ana con respeto algunos temas relativos a cómo está llevando el fallecimiento de su hijo. Aunque no sabemos cuál es la relación real que ha mantenido y mantiene con Ana (yo creo que cercana con sus diferencias), hay que tener en cuenta que Lecquio tiene más hijos, una familia y es más pragmático, así que el luto lo lleva de manera más discreta aunque recordando siempre a su hijo, algo que se puede ver en momentos puntuales en su instagram.

Y, lo queramos o no la vida sigue, aunque no igual… ¡Claro!

 

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