¿Quién no sabe a estas alturas que el Titanic fue un transatlántico británico, en su momento el buque más grande y lujoso del mundo, que en su viaje inaugural zarpó del puerto de Southampton y que entre sus pasajeros reunió a algunas de las personas más ricas del mundo, además de cientos de inmigrantes que iban a desembarcar en Nueva York, en busca de una vida mejor?
También que aunque equipado con los elementos de seguridad más avanzados de la época, que le hacían supuestamente insumergible, ya cerca de Terranova, el destino hizo que chocara con un iceberg que le perforó el casco. Fueron dos horas y media de agonía para los pasajeros y tripulantes, que veían desesperados como el buque se hundía gradualmente y no disponían de botes salvavidas suficientes para salvarse, hasta que las aguas gélidas del Atlántico engulleron definitivamente el fabuloso barco que con su nombre parecía querer retar a los mismísimos dioses.
El cine convirtió la tragedia en una historia de amor tan intensa y romántica, que hace que nos olvidemos de lo que debió de ser la lucha por la supervivencia de unas personas, que se enfrentaron a la muerte en medio de la oscuridad más absoluta.
No sabemos cuántas historias de amor se iniciaron en esas noches de fiestas, exquisitos menús, música y paseos por la cubierta, bajo la luz de la luna, ellas envueltas en ricos vestidos y adornadas con joyas de valor incalculable. Ni cuantas historias dramáticas se acumulaban entre los pasajeros de las clases inferiores, pero lo que sí sabemos es que la mayoría corrieron la misma suerte: la muerte.
Aunque, como suele pasar, se salvaron más poderosos que pobres. De los 325 ricos que viajaban en primera clase 202 sobrevivieron, el total de fallecidos que murieron en el hundimiento fue de 1517 personas de los 2.223 que iban a bordo.
Han pasado 112 años desde el suceso, el mar se tragó innumerables objetos de valor pertenecientes a los pasajeros millonarios, joyas, dinero, documentos… Un sinfín de tesoros que reposarán para siempre en el fondo del mar. Pero, algunos han sido recuperados por aventureros que se han adentrado en las entrañas de lo poco que queda del mítico barco.
El Titanic, ya es una leyenda que volverá a cobrar vida a través de TITANIC – THE OFFICIAL EXHIBITION, una exposición internacionalmente reconocida que llega por primera vez a Barcelona. Con más de 200 objetos originales recuperados del lugar del naufragio, la exposición ofrece una oportunidad única para adentrarse en la historia del transatlántico más famoso del mundo.
La muestra transporta a los visitantes a abril de 1912, momento en el que el Titanic inició su primer y trágico viaje. A través de la reconstrucción de cabinas, espacios emblemáticos del barco y una selección cuidadosa de objetos personales, la muestra reconstruye las historias humanas de valentía, amor, esperanza y pérdida que marcaron aquel viaje inolvidable.
TITANIC – THE OFFICIAL EXHIBITION se estrenará en un centro innovador, en el barrio del Poblenou de Barcelona, de más de 3.000 m2 dedicado a ofrecer experiencias creativas inmersivas e interactivas. Las sesiones previas para el público comenzarán el 15 de abril, ofreciendo a los visitantes una primera inmersión en el universo del Titanic.
Los visitantes recibirán una tarjeta de embarque con la identidad de un pasajero real y podrán seguir su recorrido a lo largo de la exposición. Esta experiencia emocional y educativa también pone en valor los esfuerzos contemporáneos para conservar el yacimiento submarino del lugar del hundimiento del Titanic y preservar su memoria para las futuras generaciones.
Además de los artefactos y espacios recreados, la exposición cuenta con una espectacular película inmersiva que permite revivir en primera persona las últimas horas del Titanic, transportando a los espectadores al dramático desenlace del viaje. Complementando esta experiencia, se encuentra una innovadora sala de realidad virtual en formato metaverso, donde los visitantes pueden sumergirse en las profundidades del océano y explorar el estado actual del lugar de hundimiento del Titanic, revelando secretos y rincones inaccesibles hasta ahora.
Algunos de los objetos más destacados de la exposición incluyen:
- El farol de cabecera del palo de proa (Forward Masthead Light): una linterna eléctrica de latón que proyectaba un haz de luz visible a kilómetros.
- Un telégrafo del barco, utilizado para transmitir órdenes en el momento del choque con el iceberg.
- Una botella de champán con líquido conservado del siglo XIX, de la marca «Deinhard & Coblenz”
- Unas cartas de póker encontradas entre los efectos personales de un pasajero.
- Un anillo de filigrana con diamantes, probablemente llevado por una dama de primera clase.
- Unos binoculares de la marca francesa Lemaire, similares a los que se perdieron y que podrían haber evitado el desastre.
- Una bolsa de malla de plata para trajes de noche, ejemplo del lujo de la época.
- Una tetera de plata utilizada en el restaurante À la Carte de primera clase.
- Una chaqueta con patrón «Prince of Wales», símbolo de la elegancia masculina de aquel tiempo.
- Un logómetro, instrumento utilizado para calcular la velocidad y distancia navegada durante la travesía.
- Partituras musicales originales de obras populares de la época, como Put Your Arms Around Me, Honey.
La adquisición de entradas será a través del sitio web oficial.
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