Miguel Uribe, senador y precandidato a la presidencia de Colombia ha fallecido en el hospital Fundación Santa Fé, donde estaba siendo atendido desde que sufrió un atentado mientras realizaba un mitin improvisado en un parque de Bogotá.
Solo tenía 39 años, y han sido dos largos meses de lucha contra la muerte y de angustia y esperanza para su familia. Las heridas eran demasiado graves, y sus posibilidades de seguir con vida pequeñas, muy pequeñas.
Efectivamente han detenido al adolescente de 15 años que disparó al senador, opositor al gobierno de Gustavo Petro: “Perdón lo hice por plata”, ha confesado su asesino. Pues eso ya lo sabemos..
Pero… Ha muerto por querer erradicar la violencia, pero la violencia lo ha erradicado a él ¿Ha valido la pena? Si él pudiera contestar, diría que sí. Porque el mundo necesita de valientes, hombres y mujeres que se levanten cada día pensando que pueden hacer del mundo un lugar mejor, más digno, más limpio, más libre. Líderes que estén dispuestos a morir si es necesario, pero sobre todo a vivir y seguir luchando.
El nombre de quién o quienes encargaron su asesinato, nunca se sabrá, porque como en otros países latinoamericanos, una vida no vale nada. Medios oficiosos culpan a la guerrilla, otros a narcotraficantes, y otros… Pero la verdad es que fueron sus promesas electorales y su inquebrantable honradez, las que le han llevado a la tumba.
Podría hacer un repaso a su biografía, lo que pudo representar para un niño de apenas cinco años la desaparición de su madre, (otra luchadora víctima de la violencia que asola su país), o de las expectativas que habían depositado en sus promesas una parte del pueblo colombiano: “Le han matado porque iba a ser el próximo presidente de Colombia” es el sentir de los miles de visitantes de la capilla ardiente instalada en el Capitolio Nacional.
¿Quién será el valiente que tome su relevo y siga su estela?
Hay una, que se atrevería y lo haría con los ojos vendados, la líder opositora María Corina Machado, solo que no es colombiana y tiene mucho que hacer en su país, Venezuela, si no tiene la “mala suerte” de que alguien le envíe un sicario. Ella sigue instando a las naciones democráticas del mundo a sumarse en su lucha contra Nicolás Maduro. Por supuesto se ha pronunciado sobre el fallecimiento de Uribe: «Desde Venezuela, compartimos su dolor por la pérdida de un gran amigo, valiente, generoso y comprometido. Luchar por la Libertad y la Paz de Colombia y Venezuela es la mejor forma de honrar su memoria. Dios te bendiga y te acoja, Miguel».
Miguel Uribe (como dijo en una entrevista), no ha podido cumplir sus sueño de que su hijo: “No viviera el mismo vacío que él sintió: “Es muy difícil vivir sin mamá… siempre pienso que a mi hijo no le falte nada de lo que a mí me faltó”.
No ha podido ser. Pero para eso está su esposa Claudia Tarazona, una mujer llena de coraje que vivirá para ellos, y tal vez en el futuro, sea presidente de Colombia, porque hay que ser optimista y pensar que el mundo puede evolucionar a mejor.
“Descansa en paz amor de mi vida, yo cuidaré a nuestros hijos” han sido las palabras desesperadas que le ha dedicado su esposa llena de dolor. Fotos: Facebook de Miguel Uribe
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