3 de noviembre de 2025

El cajón de Lady Pepa

Travel, Fashion, Beauty, Culture, Lifestyle… by María José Rasero

El auge el necroturismo: viajar entre tumbas e historias eternas

Este reportaje sobre necroturismo lo escribí hace tiempo para otro blog. Entonces firmaba como Señorita Pepis (el nombre no se me ocurrió a mí, aviso). Me llevé las manos a la cabeza cuando ví cómo me firmaban… Pero todos decían que me pegaba, así que lo dejé tal cual. Del nombre de mi página, El cajón de Lady Pepa, sí soy responsable, y lo asumo. Ambos son… digamos que especiales, pero qué le vamos a hacer.

En aquel momento visité un montón de cementerios. A mí no me dan miedo los muertos, sino los vivos. En principio pensaba actualizar el reportaje, pero visto lo visto, ¿para qué? Los que los habitan no están para reivindicaciones ni para corregir errores, y a los que los gestionan lo único que les interesa es que vayan muchos turistas para incrementar las ganancias. Sí, me puede la objetividad, pero como comenté en el post anterior -y salvando estas fechas en las que las tumbas están repletas de flores-, la mayoría no se acuerda de sus muertos… ni de los vivos que tiene alrededor.

Playas maravillosas, paisajes idílicos, montañas nevadas, animales exóticos, países lejanos… Los lugares más remotos están al alcance de nuestra mano. Sabemos todo de cualquier continente, porque aunque no hayamos estado allí, no importa: la tecnología nos permite admirar, con precisión, las maravillas del universo. Turismo rural, turismo de aventuras, turismo de negocios… Todo está ahí, solo es cuestión de poder adquisitivo.

Pero otro tipo de turismo está causando furor en España: el necroturismo o turismo de cementerios. En Europa hace tiempo que lo practican, pero en nuestro país -donde tenemos una amplia oferta de arte funerario- estamos empezando a despuntar. La muerte y la vida después de la muerte son temas que han preocupado desde siempre al ser humano. Una de las cosas que todas las culturas tienen en común es que honran a sus muertos. La forma de hacerlo varía según las creencias y las costumbres, pero la necesidad de recordar es universal. Hasta hace poco, ir al cementerio era algo que se hacía solo el Día de Todos los Santos. Una tradición católica que indica que ese día hay que recordar a los seres queridos que ya no están. Pero a mucha gente los paseos por el cementerio le producen un cierto repelús y escalofríos.

Muchas películas se han encargado de mostrarnos estos lugares como escenarios de muertos vivientes, almas en pena, asesinatos o reuniones de brujas con el mismísimo Diablo. Una de las películas que más ha contribuido a esa confusión entre ficción y realidad fue Poltergeist. La pequeña Carol, plantada delante de la tele diciendo: “Ya están aquí, ya están aquí…” sigue aterrando. Aunque, al final, tenía razón: los espíritus estaban allí porque vivían allí. Era la familia Freeling la que habitaba en una casa construida sobre un cementerio. Tampoco es cuestión de que, porque estés muerto, te vayan avasallando. Pero lo de aprovechar cualquier solar para construir urbanizaciones se da en todas partes: te cargues lo que te cargues, la cuestión es especular con el suelo… aunque sea el del cementerio.

Esa película hizo que mucha gente le tomara un cierto pavor a los camposantos. Sin embargo, ahora los cementerios abren sus puertas y quieren mostrar sus magníficas esculturas de siglos pasados. Los presentan como una actividad turística más. Cataluña y sus cementerios tiene una gran cantidad de cementerios dignos de admirar, pero voy a empezar por el más emotivo.

Necrópolis para mascotas

Uno de los cementerios más conmovedores que se pueden visitar es el de mascotas y pequeños animales, situado en la población de Torrelles de Llobregat. Fue creado por un hombre amante de los animales, a quien se le ocurrió la idea después de enterrar a su perrita en un solar y darse cuenta de que, poco después, iban a construir viviendas allí. Corrió a desenterrarla y la llevó a la finca de un amigo, para que pudiera descansar en paz. El amigo tenía unos terrenos sin uso, y ambos decidieron montar una necrópolis para mascotas.

La finca que alberga el cementerio desde 1972 se llama Can Valderús, y el cementerio, The Loved Ones. Es un espacio en plena naturaleza, rodeado de vegetación. Cuánto amor y soledad están enterrados en este pequeño camposanto; cuántas historias de abnegación hacia sus dueños. Casi todos fueron héroes para su familia; algunos, héroes de verdad, como Dam, el valiente perro que salvó muchas vidas. Después de la muerte de su dueño, su tumba siempre está limpia y llena de flores. Quienes la cuidan son aquellos a quienes salvó. Demuestran que, aunque su familia desapareció, Dam no está solo: lo visitan para agradecerle que ellos siguen vivos gracias a su generosidad.

Las dedicatorias son tan emotivas como sinceras: “Aquí yace la única que me ha querido.” Personas que van a ver a sus amigos para que no se sientan solos, como Manel, de 87 años, que desde hace catorce visita la tumba de Drap, su adorado perrito. Le echa de menos y se refugia en los recuerdos del que fue su compañero. Otro hombre acude dos o tres veces por semana y pasa horas delante de la tumba de su pastor alemán, el fiel animal que le salvó de morir quemado mientras dormía. Su mujer y su hijo, de corta edad, no tuvieron la misma suerte, como tampoco su perro, que volvió a entrar en la casa en llamas para salvarlos… y se quedó con ellos para siempre.

Lili, Stack, Merlín, Linda, Dolça, Triski, Perla… “Te queremos”, la frase más repetida. 

Fenómenos extraños… 

Para que no falte de nada, se dice que en este cementerio ocurren fenómenos extraños. Su dueña dice que son tonterías, pero tal vez sean los espíritus de Bastet, la diosa egipcia (no griega) que se identifica con los gatos y representa el hogar, la alegría, la armonía y la felicidad, quienes se pasean entre las tumbas acompañadas de Argos, el perro de Odiseo, rey de Ítaca. Odiseo tuvo que partir y abandonar a su amigo, que esperó veinte años su regreso. Cuando por fin Odiseo volvió, disfrazado de mendigo, solo Argos lo reconoció. Movió la cola, dejó caer las orejas… y murió en paz, al fin, tras ver de nuevo a su dueño. Ambos, seguro, se pasean por The Loved Ones, deseando que quienes descansan allí —y quienes los visitan— se sientan felices y en familia.

Montjuic: el más monumental

Uno de los diez mejores cementerios del mundo es el de Montjuïc, construido en el siglo XIX por la burguesía catalana. De gran atractivo monumental, alberga una colección única de carrozas funerarias usadas entre los siglos XIX y XX, que hoy pueden alquilarse para recrear antiguos cortejos. En 2004 se creó la Ruta de los Cementerios de Barcelona para dar a conocer su patrimonio escultórico, con obras de artistas como Josep Llimona y tumbas de personajes célebres como Joan Miró, Raquel Meller o Lluís Companys.

Poblenou y el beso de la muerte

El cementerio de Poblenou, el más antiguo de la ciudad, data de 1775. De estilo neoclásico, concentra numerosas obras de arte modernista que reflejan la opulencia de la burguesía catalana. Entre ellas destaca El beso de la muerte, una conmovedora escultura en mármol atribuida a Joan Fontbernat inspirada en un verso de Mossèn Jacint Verdaguer.

 

Pasear por este camposanto detiene el tiempo. Entre sus calles reposan nombres ilustres como Mary Santpere, Cassen o Josep Anselm Clavé. Pero la mayor devoción la despierta El Santet, Francesc Canals Ambrós, un joven de familia humilde fallecido a los 22 años, al que se le atribuyen milagros. Su tumba está siempre cubierta de flores y pequeños papeles con peticiones.

Sitges y los indianos del más allá

En Sitges, junto a la playa nudista de San Sebastián, se alza un cementerio modernista rodeado de muros blancos y jardines. Allí descansan los llamados indianos, aventureros que hicieron fortuna en América y encargaron a artistas como Llimona, Marès o Mariotti los suntuosos panteones que hoy maravillan a los visitantes.

Arenys, Lloret y Portbou: poesía frente al mar

El cementerio de Arenys de Mar, donde reposa Salvador Espriu, está catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional y ofrece vistas majestuosas sobre el Mediterráneo. En Lloret de Mar destacan los fastuosos panteones modernistas y los hipogeos con esculturas que emergen del suelo. En Portbou, el recuerdo del filósofo Walter Benjamin se mantiene en una simbólica tumba que mira al mar.

Rocas blancas: la paz ecológica

En el interior, el Cementerio Comarcal Parc de Roques Blanques de El Papiol representa la modernidad funeraria. Inaugurado en 1984, se integra en plena naturaleza y es el primero de España con certificación medioambiental EMAS. Promueve alternativas ecológicas como el Bosque de la Calma, donde las cenizas se depositan en urnas biodegradables bajo un árbol que ayuda a reforestar el bosque de Collserola.

Sant Feliu: admirar el modernismo

Sant Feliu de Llobregat conserva bellos panteones modernistas, como el del industrial Manuel Bertrand, y otros de estilo neogótico que recuerdan la prosperidad del siglo XIX.

Fútbol eterno: el memorial periquito

Para los más futboleros, el Memorial del RCD Espanyol en Cornellà ofrece un espacio donde los aficionados pueden reposar junto al estadio de sus amores, eternamente vinculados a su equipo.

Más allá de Cataluña: joyas funerarias de España

Otros cementerios españoles merecen visita: el Militar Alemán de Yuste en Cáceres, el cementerio inglés de Málaga, el de Luarca en Asturias o La Almudena en Madrid, donde descansan Lola Flores y Tierno Galván.

Cementerios del mundo que inspiran

Père-Lachaise de París, Los parisinos lo utilizan como si fuera un parque. Grandes franceses y del mundo descansan allí, como Moliere, Oscar Wilde, María Callas, Edif Piaf y una de las tumbas más visitadas del mundo, la de Jim Morrison, cantante de los Doors. El Cementerio Monumental de Staglieno, en Génova es imprescindible visitar el más grande de Europa con más de un kilómetro cuadrado de superficie. Interesantes las tumbas de la mujer de Oscar Wilde, Constance Lloyd, escritora y periodista, y del actor Gilverto Govi, además del poeta Edoardo Sanguinetti y muchos más. El cementerio feliz de Cimitirul en Rumanía, con sus lápidas coloreadas que representan escenas de la vida de las personas enterradas, acompañadas de un poema humorístico describiendo su personalidad. En la ciudad de Celakovice, en Republica Checa, encontramos un cementerio de vampiros, según algunos arqueólogos. Si te gusta penetrar en el mundo de las tinieblas ése es el lugar.

El cementerio judio de Praga, el central de Viena con las tumbas de Franz Schubert o Ludwing van Bethoven.

Las Catacumbas de Roma, la Ciudad de los Muertos en Egipto, Highgate en Inglaterra, donde reposa el pensador Karl Marx; el Cementerio Nacional de Arlington en Estados Unidos o Forest Lawn Memorial Park, de Los Angeles, donde están enterrados Michael Jackson, Glark Gable, Jean Harlow o Elizabeth Taylor. La Necrópolis de Cristobal Colon en La Habana. El Panteón de San Fernando, el cementerio más antiguo de ciudad de México etc.

En Rusia existe uno muy curioso llamado Shirokorechenskoye, en las afueras de la ciudad de Yekaterinburgo. Dicen que casi todos los que están enterrados allí fueron asesinados por las mafias rusas. Pero lo que impacta son las fotos de los enterrados grabadas de cuerpo entero en piezas de granito de un gran realismo.

Viajar para recordar

Hay que pasearse por nuestros cementerios. Incluirlos en nuestras rutas turísticas porque no son lugares que den miedo, sino paz y tranquilidad. El infierno tiene que ver más con la lucha cotidiana. A veces, morir es vivir. Así que hasta que llegue ese glorioso día no nos olvidemos de las joyas que nos ofrecen nuestros artistas del pasado y disfrutemos de ellas. Fotos. María José Rasero

 

 

 

 

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Maria José Rasero periodista
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